Si me preguntan a mí..

El universo empresarial no para de sorprenderme. Apenas se abre un nicho de negocio, éste se colma de alabanzas por parte de las grandes potencias industriales a través de los paladines del sistema político imperante. Nada como el gran negocio “eco”, para constatar la finalidad crematística a base de falacias gráficas orquestadas por personajes de todos los mundos y submundos. Basta con observar cómo el icono, verde por definición, de la circular flecha, nos trata de familiarizar con un inexistente revertir a la naturaleza. La hoja, verde por definición, que significa el bosque sano y mimado por comerciantes que, en camisas de cuadros y pantalones anchos de pana, faltriquera atada a la cintura, bien disimulada, añaden a su producto la imagen bonachona y casi pueril, junto a sellos de origen, certificaciones ISO y EU, TÜV, Q, y ahora “Eco”, que buscamos en nuestro afán de consumo, nuestra exigencia por satisfacer necesidades, para relajar nuestra perturbada conciencia.
Qué mundo dejaremos a nuestros hijos. Debemos luchar por encontrar la sostenibilidad en nuestro breve pero intenso idilio con la Pachamama. Busquemos una forma de no consumir los (conocidos) recursos y encontremos la forma de hacer negocio con la falaz idea de que no consumiremos ningún otro. Sigamos violando el equilibrio natural y lo que se compuso hace millones de años para darnos cabida, con el cantar de los incautos, coros celestiales de imágenes soterradas, hundidas frente a nuestras costas y sobre todo frente a las costas ajenas, lejanas, humildes y silenciadas. Los cielos reducidos a depósitos de basura gaseosa, los mares atiborrados de elementos infumables y, ahora, las tierras también agotadas para dar cabida a la electricidad producida pero no envasable. Para que podamos seguir moviéndonos en nuestros modernos y ecológicos vehículos de cero emisión, pero cargados con una tonelada de compuesto de Litio.
¡Vamos allá, claro que sí! Constituyamos un gran fondo. Convoquemos a una gran ampliación de capital en bolsa. Y así, con la ayuda de los cínicos pero afamados publicistas, haremos que el Litio “infinito” sea una nueva vocación bursátil. Aunemos esfuerzos para proyectar una ‘gran ayuda’ en la tranquila y hospitalaria Cáceres, en la que Romanos ya hallaron el cauce para comerciar con el metal precioso, la plata –símbolo y patrón de valor de la anciana China. Ahora son sales -quien lo diría- lo que esconde la natural tierra, pueblos bajo sus cimientos hambrientos, pueblos enteros estupefactos porque cuando les cambiaron sus pesetas por euros no les dijeron que ni euros ni pesetas, sino dólares australianos los que algún día agujerearían por ahí. Ese extenso continente que no duda en precintar sus propias fronteras, terreno histórico de huidas y de forajidos, leyenda urbana para huir del peligro atómico, cuando el uranio amenazaba nuestras vidas, y que agota sus reservas milenarias de agua para que el turista de pacotilla, cocodrilo dundee, pueda bañarse en la piscina del motel de uno de sus desiertos, junto a la gran montaña, el gran monte Uluru.
Sí, al anuncio de que “Infinity Lithium” recauda otros 9.73 millones para el proyecto de la mina de Cáceres, lo dijo sin tapujos su director general, «la comunidad inversora internacional comprende que la inevitable y extensa transición a la movilidad eléctrica provocará una escasez crítica de materiales para las baterías de ion de litio». Y nos sorprende que salgan a la calle los buenos ciudadanos, intentando hacer ver a un gobierno que ese proyecto tiene poco que ver con empleo o con un futuro. Eso es ir a defecar a casa del vecino, y en su cocina. Y punto. Y me permito tan gráfico comentario, ante la permisión de usar símbolos o justificación igualmente gráfica a lo que pretendidamente se persigue: agotar los recursos, porque eso es lo que puede entenderse por “escasez crítica”. Por supuesto, España tiene uno de los pocos y mayores yacimientos de Litio, necesario para colmar las toneladas de baterías de un puñado de vehículos eléctricos, que en menos de lo que dure mi vida, acabarán como problema en algún fondo marino, o de paso, en las extensiones de La Mancha. Nadie se lo ha planteado aún. Si de residuos va esta historia, no justifica el ahorro de CO2 el esquilmar una zona para simplemente generar nuevos problemas. La energía no se crea ni se destruye. No podemos sacar energía sin sacar nada a la Tierra. No podemos almacenar energía sin detraer materia de otro lugar. Como ya aprendimos que no podemos colonizar o invadir territorio ni país ajeno, por mucho que esa ‘empresa’ genere paz o riqueza, allí, acá o aquí.
Mucho me temo que la historia de las materias primas se repite. Y aunque la llamemos “ecología”, no es sino otra forma de aparcar el problema que tenemos con lo único inagotable –la avaricia. Es el ‘apártate, que vengo yo’. El ‘te lo pongo aquí porque tengo el poder de imponer mi justificación’. Es ‘por aquí van los cables de alta tensión, porque me pilla mas cerca’. Y por mucho que deseemos revestir ese verdadero significado con justificaciones tales como una supuesta creación de empleo. Está por ver.