Una charla tranquila y amena con el empresario, Juan Antonio Lozano, al frente del restaurante El Cortijo, en el Casco Antiguo, ayuda a comprender la realidad del sector y de este emblemático enclave de la ciudad.
Durante la conversación, el hostelero reflexiona, por ejemplo, sobre los reconocimientos que da el Ayuntamiento a la trayectoria de distintos establecimientos y sus responsables. Hay cosas que no le terminan de cuadrar. “Homenaje… hay que dárselo a quien hay que dárselo. Que yo sepa, a Pepe Alario, aquí al lado, que se acaba de jubilar, no le han dado nada. Yo he visto por ahí que le han dado una placa porque llevaba 7 años con una tienda abierta”.
También cuenta sus impresiones sobre los nuevos tiempos que vive el Casco Antiguo, donde la actividad turística está desplazando a los antiguos moradores de la zona, lo que se conoce como “gentrificación”. Lozano reconoce que “aquí vive muy poca gente. En esta calle no queda casi nadie. Creo que es el cambio generacional, vivía mucha gente en casitas bajas e iban a todos los sitios andando, ahora los supermercados se han quitado, hay que ir a todas partes en coche…, a mí me parece muy natural, yo no viviría en el Casco Antiguo”.
El empresario está moderadamente satisfecho de cómo ha ido el verano, aunque, advierte, “siempre hay cosas que mejorar”. Dedica, en cualquier caso, elogios y muestras de agradecimiento a su equipo de trabajo. “Les daba la llave a ellos una semana para que lo llevaran, con todas las consecuencias”, asevera.
