El bosque de las palabras

El terebinto es un árbol cuyas hojas, fruto y corteza, son astringentes y se utiliza para mermar los dolores del reuma, paliar los efectos del catarro y afecciones respiratorias, calmar la tos, el dolor de estómago, bajar la fiebre, tratar enfermedades del riñón, y entre otras bajar la hinchazón en procesos genito urinarios que cursan con las enfermedades venéreas.
En general, se aplica en cataplasmas utilizando la resina que se extrae de este árbol o disolviéndola para ser ingerida.
Hay que tomar precauciones, porque si se toma el fruto del terebinto sin tratar, sentará mal al estómago. Sin embargo, en la proporción justa es un buen diurético. Fomenta la potencia sexual y si una tarántula te pica, mezclas unas gotas de su resina con vino y sentirás alivio.
Pero el nombre de este arbusto, que a mí me parece un nombre magnífico para un árbol, tiene una connotación bíblica con historias apasionantes.
EL VALLE DEL TEREBINTO, o el valle de ELA, Emecq ha-Ela, se sitúa en la ladera occidental de los montes de Judea. En aquellos tiempos bíblicos era la frontera entre los filisteos y los israelitas, y allí tuvo lugar la batalla entre estos dos pueblos, cuyo resultado fue que el joven David le machacara la cabeza con una piedra arrojada desde su honda al gigante Goliat, posibilitando la victoria al pueblo israelí.
Pero hay otra historia conmovedora en la que un terebinto decidió el futuro de la casa de David.
La resumo.
Absalóm era, de todos los hijos que tuvo David, y tuvo muchos, nacidos de sus mujeres y sus concubinas, el más apuesto, el más famoso, el más bello, que se enorgullecía de su hermosa cabellera, larga, cubriéndole toda la espalda, azabache, magnífica y bella.
Pero Absalón también era irascible y pendenciero, no sin motivos, pues dio muerte a su medio hermano Amnón porque este violó a su hermana Tamar. Un acto de incesto corrosivo y perseguido. Esta venganza supuso el distanciamiento entre Absalóm y su padre David, que declaró su sucesor a su otro hijo Salomón, con lo que se esfumaron sus ansias de pretensión al trono.
No se dio por vencido Absalóm y, en contra de la voluntad de su padre, se autoproclamó rey, provocando la ira de David que le conminó a la batalla para castigarlo por su osadía.
En aquella batalla ocurrió la trágica muerte de Absalóm.
En la encarnizada y fratricida lucha donde el hijo rebelde luchaba contra su padre y su hermano Salomón, un terebinto, árbol mediterráneo y bíblico, decidió la herencia de la corona que heredaría Salomón a la muerte de su padre.
Arremetía con ira Absalóm, espada en mano, junto a un terebinto a un enemigo, cuando aquella esplendorosa cabellera que gastaba el usurpador del trono judío se enredó entre las ramas de aquel divino árbol de tal suerte que inmovilizó al tercer hijo de David, siendo asaetado por tres veces, provocando su muerte.
Siendo avisado David. Lloró la muerte de su hijo Absalón a los pies de aquel terebinto que marcó el futuro de su casa, la casa de David, para el resto de la historia de la humanidad.


