El bosque de las palabras
A veces leer poesía no es un ejercicio fácil. Hay quien afirma que leer un poemario es más sencillo que leer una novela pues por su estructura lo dejas y lo tomas cuando te apetece sin las complicaciones de los escenarios, la urdimbre de personajes y las malditas tramas que nos dispersan. Pero Vaivén de Teresa Antares no es un poemario cualquiera y leerlo requiere una disposición secular. Es entonces cuando notas que sus versos, sin rima y sin orden métrico, están sugeridos por un fuego intenso que quema las retinas y te impide beberlos de continuo. O mejor explicado por la autora, son como “plantar un rosal en el caos” por eso te queman atrapándote hasta consumir su entendimiento, hasta que finalmente consigues oler la pureza de la rosa… y ya no puedes parar de pincharte, de oler, de admirar las metáforas que sostienen tanta vida, tanta experiencia, tanto sentir en la tormenta del universo donde Antares existe. Se debe seguir el ritmo que ellos nos marcan. En realidad hay que seguir el ritmo de la espiritualidad de los versos del alma de Teresa… “Algún día descolgaré el alma. Revisaré entonces cómo pude sostener tanta tempestad”…Y he ahí toda la intensidad que proyecta su poesía pues es nacida de una tempestad de los sentidos. Más la tempestad de Teresa se gesta con los argumentos nacidos entre humedades y climas inestables… “Eres el rojo dolor que odio y amo…Ávida de esa ternura que me dejaste en la piel y que nunca quiero dejar de respirarte…”
Vaivén es un cometa que hiere espacios en equilibrio, que se proyecta en incontenibles sensaciones que son manejadas por un elemento común entre sus versos… “Son ellas las que deciden siempre qué rumbo tomamos, ellas, tus manos junto a mis manos…” Y ellas son la conexión terrenal, el instrumento que nos devuelve tanta tempestad a nuestro mundo, a nuestras vidas…”Me darás con tus manos un lienzo infinito…” y de repente en la incertidumbre un aserto asumido por la deidad femenina que la hace más esencia, más carne, más pureza, más mujer…”que dulce contradicción: desplegarme para sentirme anulada a la perdición de tus manos…” y solo entonces todo deviene en calma, ya la tempestad diluida en el océano del deseo, toma la forma del verso que Teresa Antares ha participado con el mundo, ese mundo donde leer poesía no es tan fácil, no si lo que se escribe es como plantar un rosal en el caos de la tempestad llevándonos a clavarnos las espinas antes de oler la hermosura de la rosa.