
La primera vez que escuché el término fatiga pandémica recuerdo compartir ese artículo con mi familia y decirles: mirad, resulta que le han puesto nombre a eso que os decía que me pasaba, vamos, a lo de que estoy hasta el moño de esta situación.
Intuyo que somos muchos los que nos vemos identificados con esta “fatiga” que sin duda afecta al estado de ánimo. Hace un año que comenzaba esta situación y que esperábamos que iba a ser una cosa de meses, y aquí estamos un año después enfrentándonos cada día a nuevas restricciones y medidas.
Y yo, qué queréis que os diga, a mí, el hecho de que existan nuevas medidas casi a diario ya es lo que menos me preocupa. Lo que de verdad me tiene hasta «el mismísimo» es la indisciplina de la gente, la falta de empatía, la poca solidaridad, que es que nos hacen sin duda perder la esperanza de que pueda haber soluciones a un corto plazo. Saldremos mejores de esto decían.
Me cabrea profundamente, que llevo confinada 4 meses, -sí señores, en el país en el que vivo llevamos confinados desde diciembre por tercera vez- y que a la vez vea cómo la gente está intentando saltarse las normas todo el rato. Hacer fiestas ilegales, llevar la mascarilla de manera incorrecta, simplemente porque hay que llevarla o directamente no usarla. Pues eso me enfada, y me enfada mucho.
Pero como no puedo hacer nada por controlar ese aspecto que tanto me irrita lo que he intentado hacer es centrarme en eso que sí puedo manejar. Cosas que yo puedo controlar, como que me afecte lo menos posible estar encerrada. Y aunque muchas de mis técnicas puedan parecer obvias, a veces necesitamos un pequeño recordatorio para no caer en la apatía.
A mí, personalmente, me está funcionando muchísimo tener rutinas. Y, aunque trabajo desde casa, intento levantarme y acostarme cada día a las mismas horas. El ejercicio, el ejercicio ha sido clave para salvar mi salud mental en este último año. Intento siempre buscar tiempo para entrenar porque eso me ayuda a desconectar. Salir a pasear al aire libre o buscar otro tipo de cosas que me hagan desconectar un poquito. Y, sobre todo, no saturarme de noticias, estar informada sí, pero no en exceso.
Obviamente cada uno tiene sus rutinas, y no os voy a decir yo que lo mío es la panacea pero sin duda lo importante es que cada uno tomemos las mejores medidas para nosotros mismos e que intentemos controlar aquello que sí está en nuestras manos y que sea de la manera más positiva posible, porque señores ya nos hemos dado cuenta que del resto se encarga el mundo que nos rodea.