El bosque de las palabras

En los primeros siglos del cristianismo los papas también eran martirizados. La verdad es que se escapaban muy pocos de las atrocidades romanas.
El emperador Decio les hizo la vida tan difícil que, muchos creyentes en aquel que habían crucificado porque había hecho temblar las estructuras morales del imperio, apostataron.
Cuando el clero romano pudo elegir a Cornelio, que fue el vigésimo primer Papa, este consideró que aquellos que en tan dura persecución romana habían renegado de Cristo, debían ser readmitidos en la congregación de fieles.
A esta decisión se opuso Novaciano, que fue el primer teólogo que escribió tratados en latín, y que parecía ser bastante conflictivo porque ya venía argumentando que la Iglesia no podía perdonar los pecados que se cometieran después del bautismo.
Hay que aclarar que en los primeros tiempos del cristianismo las gentes se bautizaban ya mayorcitas y con pleno conocimiento de lo que hacían, claro, en realidad les iba la vida. Ahora, saben ustedes que por lo general, los bautizos se practican con semanas o meses de vida, pues se supone nacen en el seno de una familia cristiana.
Novaciano defendió, en contra del criterio de Cornelio, que los apostatas eran pecadores, y de los de pecado mortal, y por consiguiente debían ser excluidos de la Iglesia.
El cabreo de la curia fue monumental, porque si Cristo predicó el arrepentimiento y el perdón, no podían entender cómo este heresiarca, negaba este beneficio para los arrepentidos.
Novaciano, erre que erre, intransigente e indómito, se declaró antipapa y apoyado por tres obispos italianos fue nombrado papa.
Como autor de las proclamas y propagador de las herejías, fue llamado HERESIARCA, y excomulgado en el Sínodo del año 251.
Los enfrentamientos entre los seguidores de las dos posturas fueron en aumento, mientras el emperador romano no perdonaba ni a unos, ni a otros, ¡todos al circo!
Entonces el heresiarca Novaciano papa, por el poder concedido por sus amigos los obispos, (lo del Espíritu Santo, no estaba aún definido), fundó La Iglesia de los Puros, (ya saben el defendía la pureza del cristiano) que solo aguantó tres siglos.
Ambos fueron martirizados. Roma, que no diferenciaba entre cristianos puros e impuros, los sometió a martirio, a Cornelio en el año 253 por orden del emperador Treboniano Galo, y Novaciano en el año 258 por orden de Valeriano I.