La pandemia ha sido una oportunidad para el periodismo responsable. La sociedad demandaba información desde el día que este maldito virus apareció en nuestras vidas, pero no inmediata, sino trabajada: un reto, a priori, para un gremio que ya venía dañado de antes. En esta crisis, era el momento de dar un paso adelante, recuperar la confianza de una población enemistada con los mensajeros, en definitiva demostrar que el periodismo tenía la capacidad de hacer un servicio público con informaciones veraces, contrastadas, y no un perjuicio para una situación ya de por sí difícil.
Meses después, y con una normalidad que cada vez va resultando más familiar, es momento para hacer análisis de qué se ha hecho bien y no tanto. Elena Blanco, presidenta de la Asociación de Prensa de Málaga, nos atiende en este contexto aprovechando que también es directora del curso, ‘Comunicación y salud: realidad y retos en tiempos de COVID’, celebrado a comienzos de esta semana.
Los primeros días de esta crisis, allá por febrero de 2020, marcaron una tendencia negativa a la hora del tratamiento de la información, así lo explica Blanco: «Algo malo que se ha hecho, como consecuencia del desconocimiento, es que se han dado grandes cantidades de información que no se ajustaban a la realidad. Cuando empezamos a decir si las mascarillas eran buenas o malas, por ejemplo, fruto de que no se sabía muy bien lo que estaba pasando. Además de los portavoces autorizados, ha habido falta de trabajo a la hora de contrastar; dejando de lado lo que decían científicos y expertos, que iban por otro lado. También hay que reconocer que la dificultad ha sido extrema».
Pero también hay puntos a valorar: «Los compañeros no han dudado a la hora de salir a la calle, y poner en riesgo su salud, con el objetivo de contar los hechos, y además que se ha hecho desde el punto de vista muy divulgativo. También casos de sensacionalismo, pero la tónica ha sido trabajar con seriedad en un momento difícil como es la situación sanitaria. Se ha respondido con profesionalidad».