Aunque no cerró del todo durante lo peor de la pandemia, el Fuerte Nagüeles, el campamento de referencia en el municipio, vio, lógicamente, condicionada su actividad cotidiana. Ahora, con renovados bríos, encaran un verano lleno de ilusión, principalmente para niños y niñas, de Marbella y de otras procedencias que, o bien llegan por primera vez, o repiten de otras temporadas.
En La Entrevista, marbellahoy.es ha tenido la oportunidad de conversar con integrantes del equipo humano al mando. Rafael Gallego coordina la actividad en el recinto y cuenta que “este año, sobre todo después de lo que hemos pasado en pandemia, que puedan disfrutar al aire libre es maravilloso. Todo está funcionando muy bien”.
Las didas que invaden a la sociedad en estos tiempos convulsos llevaron a que las familias acostumbradas a traer a sus hijos al campamento temieran que este año no pudieran hacerlo. “Los padres nos llamaban desde un principio suplicando que nos organizáramos y sacáramos adelante los campamentos”, explica Gallego.
En otros casos, están los que se apuntan por primera vez. Aquí el tema es un poco más delicado. Según Rafael “en los campamentos internos siempre está la duda, cuesta un poco más animarse. Sobre todo cuando son más pequeños, porque es la primera vez que salen de casa. Pero mantenemos contacto con los padres y les damos tranquilidad”.
El coordinador lo tiene claro, “siempre es la primera noche. El primer día vienen muy nerviosos y cuando llega la noche, se ponen tristes, pero luego va todo rodado, no paran de hacer actividades y al llegar la noche están cansados, pero lo pasan muy bien y le mandamos fotos a los padres para que se queden tranquilos”.
En estos momentos, en el Fuerte Naüeles conviven participantes en los campamentos veraniegos, sin pernoctación, y estancias de colectivos como clubes deportivos o grupos escolares. En este último caso, indica Rafael Gallego, “los profesores no se han atrevido y lo han organizado más las Ampas”.
Para el campamento veraniego, con mucha tradición entre las familias marbellíes y del entorno más cercano quedan plazas para el próximo turno de julio y, sobre todo, agosto.
Aparte de las actividades como Monteaventura, talleres o juegos varios, que desarrollan en el recinto, siguen las actividades en el exterior, como el piragüismo o excursiones a parques acuáticos. Poco ha cambiado en ese sentido, aunque sí hay una salvedad, como explica el monitor Roberto Terán, y es que ahora hacen constantes divisiones en grupos más reducidos, primando las actividades al aire libre y con constantes medidas de prevención.
Sea como fuere, como cuenta el propio Roberto, “los críos son los que más concienciados están, si se me baja un poco la mascarilla, enseguida me dicen que me la suba, están todo el tiempo pendientes del lavado de manos…, lo tienen todo muy bien aprendido”.
En La Entrevista, que esta vez conta de tres partes, ha habido ocasión también de charlar con Alejandro Gómez, que es terapeuta en la Asociación Ángel Riviere, un colectivo muy arraigado en el municipio, integrado por familias con niños y niñas con trastornos del espectro autista. El profesional señala que “vamos a estar todo el verano, en los turnos correspondientes del campamento. Tenemos nuestro grupo con dos terapeutas y procuramos que se lo pasen igual de bien que todos los demás”.
Aunque el objetivo es el mismo, en el caso de este colectivo el tratamiento tiene algunas singularidades. “Aplicamos métodos terapéuticos, en grupos por edades. Cada mañana hablamos con los monitores y coordinamos cómo va a ser el día”, señala el terapeuta.
Según Gómez, “lo principal es buscar la integración, que tengan una convivencia normal con su grupo de iguales, con un programa lo más adaptativo posible al medio”.
