Para quienes han ejercido la profesión de contar cosas en los medios de comunicación en Marbella durante las dos últimas décadas, Jon Cabrera siempre fue un excelente compañero de fatigas y alegrías y, en muchos casos, un gran amigo. Pero se marchó, cambió de vida, cambió mucho, tanto que, como queda patente en La Entrevista de marbellahoy.es, se fue periodista y vuelve novelista, para regocijo de quienes celebran su regreso, aunque sea solo unos días.
Acaba de sacar a la luz su primera novela, “Fantasmas en La Trinchera”, donde da rienda suelta al humor negro y canalla que le caracteriza. En la presentación de la obra, en la Feria del Libro, otro gran compañero y amigo, Roberto Calzada, comentaba que “quienes le conocen, encontrarán en la novela mucho de él”. Quienes no, ahora tienen la oportunidad de descubrirle en esta nueva faceta.
El propio Jon describe su novela como una historia que transcurre, principalmente, “en un bar de cualquier barrio del mundo, donde hay unos señores, de esos clientes que son siempre los mismos y, el día que falta uno, los ingresos bajan un 33 por ciento. Son señores mayores, de cierta edad, entre los 70 y la muerte, y se dan cuenta de que nadie se fija en ellos, un problema común a mucha gente. Y van, y dicen: ‘nosotros que en los años 70 nos dimos de tortas bien, nos metimos en muchas batallas, pero las perdimos todas…” y se plantean: ‘por qué no delinquimos’. Y resulta que es verdad, que nadie se fija en ellos. Así que cambian su barrio por una vida en la que disfrutan de la delincuencia, algo que siempre hemos querido hacer todos”.
Solo en ese breve esbozo se adivina la socarronería que indefectiblemente va a marcar su trayectoria literaria. “Me lo he pasado fenomenal. El objetivo número uno es no aburrir, pues se perdona el error, pero no el aburrimiento. Es la muerte de la comunicación. La idea es que, el que lo lea, pase página y siga pasando páginas. Se puede ser perfectamente serio y divertido a la vez”, explica el autor.
Marbella y sus vivencias en esta ciudad inspiran algunos elementos de la novela. Hay, al menos, un par de personajes -y alguno más- que están basados en personas que conoció en esta ciudad y que le marcaron. De hecho, buena parte de la trama transcurre un bar que se llama “El Imperial”, que tiene, o ha tenido, dos homónimos en este municipio.
Ahora, el de Barakaldo regresa a una de sus casas que, como él mismo cuenta: “ha cambiado muy poquito, me sigo encontrando con la misma gente, que tampoco ha cambiado demasiado en cinco o seis años, para bien o para mal. La ciudad, la veo como siempre. Que las cosas a las que has cogido cariño sigan igual, está muy bien”.
Sigue la actualidad local, al fin y al cabo, “ha sido mi casa durante 12 años”, recalca, y admite que “presentar la novela aquí me hacía mucha ilusión”. Cabrera recuerda de ha cubierto muchas veces la feria del libro como periodista, “he estado con Ramiro Pinilla, Ana María Matute, José María Merino, Mendicutti…, gente a la que me entusiasmaba hacer una entrevista, porque eran escritores que me encantaban. Así que estoy encantado, porque era uno de los sitios que tenía marcados en el mapa. Venir a Marbella y reencontrarme con tantísima gente buena ha sido fantástico”, celebra el escritor.
Ahora, su vida es muy distinta. “Estoy en un pueblo de 20 habitantes, en la montaña palentina, gracias al cual he tenido tiempo y tranquilidad para que esta gamberrada -por el libro- tome forma. Ahora me voy a mudar a un pueblo de 15, porque 20 ya me parecen demasiados”, bromea Jon Cabrera.
Compagina sus primeros pasos en la literatura con su profesión de siempre. No son pocos, los profesionales que se preguntan cómo ha de ser esa transición desde las ataduras que impone el lenguaje periodístico al ‘desparrame’ creativo que implica escribir una novela. Según Jon, “hay un vicio. Escribo fijándome en la acción, que es la que tira de toda la novela. Descripciones, poquitas…”, señala.
En breve, Jon volverá a estar en la montaña palentina, junto a Mariví, que también debe recibir un afectuoso saludo de marbellahoy.es. Allí, seguirá escribiendo para emocionar, aunque él lo llame “entretener”, que no es poco.