El bosque de las palabras
Conocí la obra del malagueño Ignacio Caparrós por mi amiga y poeta María de los Ángeles Castillo. Ella me introdujo en su biografía, en sus costumbres, en su esencia y me regaló un poemario de la colección Puerta del Mar, editada por la Diputación de Málaga en 2014. DROGA DURA, lo tituló el poeta.
En su lectura comprendí la esencia de la persona de Ignacio y su tormento poético, pues de los poetas se entiende el alma como un mapa de sentimientos escrito en versos de cadencia y sangre, de tiempo y miedo. En realidad de lucha y vida.
El Museo Jorge Rando, acaba de homenajear al poeta malagueño en un ciclo de memoria poética ideado por la gestora cultural y poeta, Isabel Romero, que con brillantez y éxito se lleva a cabo ciertos jueves de los meses de julio y agosto.
En este último jueves, en su homenaje estuvieron presentes los familiares, hijos y viuda de Ignacio Caparrós que agradeció, enternecida el acto de recuerdo.
El museo previa cita está llenando todas las noches el aforo.
A los versos de Ignacio Caparrós leídos por Joaquín Palmerola, Cristina Navarro, Salvador Sepúlveda, Claudia Atrio y un servidor, se unieron los de los poetas Aurora Gámez y Francisco Morales. En los entreactos brilló la voz de la joven Claudia Bravo interpretando canciones de diferentes partes del mundo.
La dirección como queda dicho es de Isabel Romero y la responsable de los guiones Ainhoa Romero.
Poemas de Ignacio Caparrós de su libro “Droga dura.”
COMPAÑERA
A Carmen
No es el amor quien muere,
somos nosotros mismos.
Luis Cernuda
Obtén de mi cualquier utópico deseo,
cualquier sueño imposible, cualquier apoyo o norma
por más contraria o dura, frente a la hipocresía
que rige los destinos del mundo y de los hombres.
Pídeme el universo en cada abrazo o cada
idea compartida o anhelo inconfesable,
y sábeme tu siervo, tu príncipe o tu amigo
cada vez que precises lo que en mí no encontrabas.
Mas, por favor, te imploro que, cuando ya no sirva
para colmar tu sola soledad, cálida – mente,
con cuanto te ofrecí en cuerpo y pensamiento,
permitas que me lleve la luz porque te quise.
DIMENSIONES
Del azul putrefacto
Alguna vez emerge un alma que no vive.
Georg Trakl
Mi raíz no la mide mi estatura,
ni el pozo en que me hundí, consciente – mente,
ajeno a mi placer y mi deseo.
El tiempo, con sus lodos, fue cegando
el anhelado albor de mi enramaje.
Por eso, ahora habito en mis desiertos,
esas simas sin luz ni dimensiones,
en donde un ala crea su infinito
y el semen sideral sus combustiones
y rutilantes llamas,
sus primordiales formas
de mensurar la lucha en que procrea
el más humilde ser, con otro semejante,
su sinuosa cadena de futuro,
de génesis vital con que nos mide
el tiempo hostil en su estrategia eterna.
Porque un abismo mide
lo que un mundo interior, secreto y virgen,
allá en la ignota luz de su universo,
donde no hay cifra que su lid compendie.
MI VOZ
Ese es mi mal. Soñar. La poesía
Es la camisa férrea de mil puntas cruentas
Que llevo sobre el alma. Las espinas sangrientas
Dejan caer las gotas de mi melancolía.
Rubén Darío.
Cuando uno llega al fondo de su frío,
donde nada resulta hospitalario,
y, aceda – mente, debe al diccionario
arrancarle el porqué de tanto hastío…
Cuando la sangre afirma su desvío,
y confirma el espíritu que, a diario,
todo se torna un fiasco atrabiliario…,
solo a mi voz me entrego y me confío.
Aunque compruebe que ella no me sane
de este mal que me lastra la existencia,
al menos sé que en ella me reencuentro.
Mi voz me recupera de lo inane,
da fe de cuanto alumbra mi conciencia
y me devuelve a mí, desde mí adentro.
ARGONAUTA
así encuentro palabras que nunca pensé decir
en calles que nunca pensé que volvería a ver
cuando dejé mi cuerpo en una lejana orilla.
T.S.Eliot
Me curaste de todo lo que odiaba.
Me indicaste tus límites oscuros.
Me empujaste a escalar tus altos muros.
Por ti el dolor en mí dejó su baba.
Me anegaste en un mar de hielo y lava,
y me diste los frutos no maduros
que nos tornan, si acedos, aún más puros,
más sensibles también a cuanto acaba.
Alguna vez te quise como el joven
que, enamorada – mente, a tu misterio,
terrible diosa, dióse en sacrificio.
No permitas jamás que en mí desoven
las sierpes su rencor y vituperio,
pues buscarte ha de ser siempre mi oficio.
Porque de tanto haber vivido, hoy
solo quiero afirmarme en lo que soy.
CONTRADICCIONES
Remota sombra soy
de aquellos lóbregos lugares.
He bebido el silencio de Dios en esa fuente del prado.
Georg Trakl
Si la noche pudiera detener su caballo
y abrevar en la fuente de sus constelaciones,
yo sería un jinete que cabalga en el cielo
y se para a medir la hondura de su abismo.
Mas la noche es cobarde y camina deprisa,
como lobo que, herido, deja un rastro de miedo.
Por eso, cuando vuelvo, impía – mente roto,
parezco un desterrado de sus propios dominios.
Y me voy a la cama, derrotado y desnudo,
por no haber obtenido la respuesta del ángel.
Y me duermo, pensando que pensando no duerme
quien se debe a una luz más amarga que el alba.
CONTRAPOSICIONES
Si callan mis demonios algún día,
penumbra entonces de jardín perdido,
yo tengo por oscura compañía
la media noche, su negro enmohecido.
Georg Trakl
Si acuné entre mis brazos el vacío,
si lasa – mente levanté mi casa
y por nadie brillé en templos sin nadie,
borrosa fue mi luz en la penumbra.
Mas si ardieron los cuerpos en mis manos,
un palacio erigí de mis incendios
y a mi voz procuré su escasa hoguera,
¿qué cenizas habrán de apaciguarme?
La vida no es tan pródiga en edenes,
como lo fue la mía en sus jardines.
¿por qué entonces me siento tan sombrío?
En mi pecho tatúo la noche emblemas
de quiméricos dioses en su ocaso.
El ciclo de mi voz no alumbra auroras.