El bosque de las palabras
Plutarco en su obra VIDAS PARALELAS escribe de Temístocles que según el cómico Aristófanes, el político griego no “pegó el puerto de el Pireo a la ciudad de Atenas, sino que arrimó la ciudad al puerto.”
Como se verá son dos maneras de ver el asunto. Es el mismo ejemplo que lo del vaso medio lleno o medio vacío.
Conviene saber que Aristófanes era de ideas tradicionales y que Temístocles que había combatido en la Primera Guerra Médica en Maratón y fue un político muy querido por el pueblo, abrió puertas a la democracia ateniense.
Pues este político pre democrático en realidad lo que hizo fue dejar el puerto pantanoso de Farelo que había en la ensenada y construir un nuevo puerto para Atenas (El Pireo) abriendo la ciudad al mundo conocido.
Es decir lo que hizo fue, según Plutarco, “acercar la tierra al mar, con lo que el pueblo se sintió acrecentado frente a la aristocracia”
Este inusitado empoderamiento de los atenienses los, y cito, llenó de osadía, pues con ello pasó el poder a los marinos, a los remeros y a los pilotos. O sea, al pueblo que vivía del mar. Y he aquí los orígenes de la democracia ateniense.
Ese orgullo de pueblo libre y organizado se exteriorizaba y se publicitaba en una colina donde se celebraban las asambleas populares frente al mar, a la que llamaron Tribuna de Pnyx y cuya piedra fueron esculpiendo durante varios periodos griegos.
Pero sucedió que cuando terminó la guerra del Peloponeso en la que tanto bueno jugó Temístocles, los exiliados antidemocráticos volvieron y por esta razón la tribuna levantada de cara al mar, fue después vuelta de cara a la tierra por los Treinta Tiranos. Estos señores que antes habían sido exiliados ahora se organizaron en un gobierno oligárquico que volvieron la tribuna dando cara a la tierra, es decir celebrando las asambleas mirando a la tierra y no al mar, y vuelvo a citar a Plutarco, persuadidos de que la superioridad marítima engendra la democracia y de que a los labradores les desagrada menos la oligarquía.
Pero estos Treinta Tiranos no solo volvieron la tribuna, también mataron al 5 % de la población, confiscaron propiedades y mandaron al exilio a los demócratas que no murieron en las purgas, entre ellos a Temístocles.
Suelo argumentar, quizás con bastante frecuencia, pero siempre explicando a las nuevas generaciones que, cuando tengamos la más pequeña duda de nuestro proceder en la vida, acudamos a los clásicos pues allí está la verdadera fuente de la sabiduría.