El bosque de las palabras

Francisco Quintero es un poeta malagueño al que conocí a través de la gestora cultural Isabel Romero, a quien siempre que tengo la oportunidad agradezco su esfuerzo y trabajo por la cultura en general y en particular por la malagueña.
Quintero es colaborador de radio y de televisión, ahora más esporádicamente que antes, que estuvo relacionado con el Área de Educación y Nuevas Tecnologías de la Diputación de Málaga y que como técnico de cultura, se encargó de un programa educativo para los mayores de la provincia de Málaga denominado «Aula Abierta de Mayores».
Trabajó como personal de confianza de las Cortes Generales asesorando a los diputados y colaborando estrechamente con Ramón Jáuregui Secretario General del Grupo Parlamentario socialista. En realidad su experiencia laboral siempre ha estado relacionada con la política, la comunicación, las artes y la literatura.
Ha publicado en periódicos electrónicos: elplural.com, o elconfidencial.com.
Su primera novela fue ganadora del Premio Elefante de Novela en Granada con «Las Enaguas del Poder».
Es Doctor en Periodismo por la Universidad de Málaga y ha publicado varios poemarios:
.- Campos de Rubia Memoria.
.- La Memoria Conseguida, premio Ateneo de Málaga – Universidad de Málaga 2017.
.- Charadas.
.- El Confesionario.
.- De Musas y Tiempos.
.- Migajas.
.- El Libro de Mis Sueños.
.- Letras de Mujer.
El pasado jueves dentro del ciclo TARDES DEL RANDO que dirige Isabel Romero el actor Salvador Sepúlveda y yo leímos sus poemas en un acto que presentó Marian Nvumba.
Aquí les dejo varios poemas para este Bosque de las Palabras de hoy:
De La Memoria Conseguida:
Cita: ¡Oh, capitán, mi capitán!
Walt Whitman.
Capitán.
El capitán no permite rendirse.
La galerna ya nos hundió;
dejamos que el mar nos lleve,
flotando en el mismo aire de pétalos.
Recibo arrodillado el formal
pacto de los dioses, triunfo
mortal de unos días de quimeras.
La espada cercena memorias
a diario. Llamas pensamientos
a ilusiones en papel, risas de mañana
que se van una detrás de otra
como un reloj apaga una vela.
Mundo.
Las ventanas del mundo se cerraron
para él. Dejaron pasar la rabia
de unas manos con alas de acero,
unas estrellas de fuego helado.
Se despidió del mundo antes
de lo previsto, y caminó por el aire
haciendo piruetas de una libertad
resignada. Ni un solo día sin tu nombre
en mi boca, sin tu vuelo
en mi memoria. La fotografía
será eterna, la muerte se anticipaba
en ese camino que emprendiste
mientras cerrabas los ojos del mundo.
Del poemario Campos de Rubia Memoria:
Dedicatoria: A quien me hace creer que los amaneceres existen.
Citas: “Atreveos a decir lo que llamáis manzana”.
Rainer María Rilke.
“Manzanas tras manzanas de llamaradas”.
Ezra Pound.
Manzanas II
Manzanas a mí, manzanas en cielos
transparentes donde se escriben con algodones
dulces los sueños de un rato más tarde. Manzanas
que las manos acarician en la dócil espera
de unos labios mármol de color rosa. Los giros
de una voz que tiembla en los muchos laberintos
de esas canciones que parecen no tener
quien las oiga. El secreto son siempre esos
ojos donde la miel espera al verano.
Manzanas que sin saberlo se arrodillan, imaginan
un mundo distinto, la diferencia
sin un primer tacto, la ingente roca
de quien sonríe en eterno. Manzanas
que vuelan a lugares que habías olvidado.
Manzanas III
La torre del reloj, vieja amiga,
se despidió. Dijo adiós como la manzana
brilla con la sinceridad de un mordisco.
Suben y bajan colores a la ruborizada
mirada del goce, sin entrepierna,
en el rincón parco de una palabra;
dos palabras; tres palabras son la música
de una oración atea en la que sucumbe
arrodillado, siempre arrodillado
el amante en los minutos de asueto.
