El bosque de las palabras

En alguna ocasión he mencionado en este espacio que nuestra cultura occidental es judeocristiana. Nos viene por tanto de las enseñanzas y culturas judías tamizadas por las directrices del cristianismo que leemos y observamos en el Nuevo Testamento.
Sin embargo, antes de este, nuestra cultura se basaba en los textos que nos dejaron escritos en los libros bíblicos, y menos mal que luego llegó Jesús de Nazaret a arreglarlos, porque hay enseñanzas en el Antiguo Testamento que a nuestros ojos producen delirio.
Yo que suelo acudir a los textos antiguos para reciclar ideas y comprender la historia de la humanidad, puedo afirmar que en la Biblia la mujer, salvo en algunas ocasiones, que es protagonista, no queda bien parada, lo que nos da la idea de por qué ha sido apartada y utilizada por el hombre a lo largo de la historia.
Pero hoy me interesa hablarles de una figura bíblica que con sus variaciones temporales está presente en la historia de la humanidad y que nos confirma que el pueblo que se nos describe en la Biblia era violento que necesitaba de leyes violentas para evolucionar. Quizás por eso se entienda la aparición, de entre aquellos hombres, de la figura de Jesús, que efectivamente fue un revolucionario de las leyes de la época.
Quiero hablarles del VENGADOR DE LA SANGRE.
El vengador de la sangre por lo general era el pariente más próximo a la persona muerta por la violencia de la mano humana. Era el que impartía la justicia que la ley judía admitía. Ahora bien, la ley diferenciaba los homicidios y los asesinatos; este era premeditado y aquel, lo era por accidente, en cualquier caso, el vengador actuaba y al asesino daba caza y muerte vengando por designio divino la sangre de su sangre, pero cuando el ejecutor había matado sin premeditación o por accidente, para zafarse del vengador podía entrar en una de las ciudades refugio que la ley designaba, y guardarse allí de el vengador de la sangre, protegido y asistido, y a donde debía permanecer hasta comparecer en juicio ante la comunidad y hasta la muerte del Sumo Sacerdote que estuviera en funciones en aquellos días. Pasado este tiempo el homicida podría entrar a la casa de donde había huido.
El fundamento de esta venganza aparece ya en el Génesis: “Cualquiera que derrame la sangre del hombre, por el hombre será derramada su propia sangre, porque a la imagen de Dios hizo Él al hombre.” Es decir la justicia de Dios podía ser administrada por el hombre, recuerden el ojo por ojo.
La variante Cristiana es bien distinta, (por eso entre otras enseñanzas fue odiado Jesús de Nazaret). No. El hombre no puede vengarse, no puede matar a otro hombre porque solo a Dios corresponde hacer esta justicia que es administrada por los magistrados cuya autoridad deriva del mismo Dios.
En realidad esto significa una esperanza de paz y civismo en aquel mundo que se nos describe como violento, racista y xenófobo.
Sé que los ciudadanos de este país hasta la muerte de Franco fuimos educados en el nacional catolicismo y que acudir a la Biblia era una necesidad espiritual al tiempo que instructiva. Yo les propongo que vean este libro de libros como solo de lectura dejando al margen las creencias religiosas, y si esto hacen descubrirán un universo repleto de descripciones humanas que para mí es el tesoro principal del legado judeocristiano.