El bosque de las palabras

Hace unas semanas estuvimos hablando del vengador de la sangre, una figura bíblica que llama la atención por la violencia que proyecta cuando en general se entiende que la Biblia por ser un libro sagrado se rechaza la violencia. Ya vimos entonces como hasta la llegada de Jesucristo el mundo judío era un mundo violento y que precisamente el mensaje de Jesús de Nazaret era todo lo contrario, exhortaciones a la paz y al amor, que es lo que se intenta transmitir en el Nuevo Testamento.
Volvemos hoy al tema pues es necesario entender mejor esta violencia judaica y el contexto de la ley mosaica que la justifica, de esta manera creo que, por si fue el caso en el anterior artículo, la barca no se vuelca solo de un lado.
La figura de la CIUDAD REFUGIO, por otra parte tan necesaria en aquel mundo antiguo, se sustentaba bajo el principio de la solidaridad de las tribus, (doce tribus judías), en las que los individuos son considerados dentro de ellas como los miembros dentro del cuerpo.
Los individuos de las tribus son considerados como un único ser pues participan de la misma sangre.
La sangre, pues, es el todo de la unidad y entonces la sangre, derramada con violencia a causa de disputas, debe vengarse por la sangre.
El razonamiento es el siguiente: La sangre profana la tierra y la tierra solo se purifica con la sangre del que la ha vertido.
La venganza es un deber sagrado que recae sobre el pariente más próximo que es EL VENGADOR DE SANGRE.
No es que a Moisés le gustara mucho esta ley antigua judía pero era consciente de que no podía abolirla radicalmente.
En verdad primero fue costumbre y luego ley y Moisés la intenta ir cambiando y es por lo que se introduce en ella el concepto de ciudades de asilo o de refugio.
La ciudad refugio es para los hijos del pueblo, el inmigrante y el huésped, donde se dará asilo al homicida involuntario, reconocido inocente por los ancianos, y será protegido del vengador.
El homicida que huye a una de estas ciudades se detendrá a la entrada y los ancianos oirán su versión de inocencia y luego decidirán, antes de dejarlo entrar, teniendo en cuenta las siguientes normas de la ley:
.- En la ciudad no se dará asilo al que hiera con hierro, piedra o madera, por odio o por enemistad.
.- En la ciudad se dará asilo al homicida involuntario que haya herido fortuitamente sin odio, con piedra, sin ser enemigo, ni haber deseado mal.
.- El homicida vivirá entre ellos y no será entregado al vengador de sangre.
.- No será muerto el homicida antes de ser juzgado por la comunidad (los ancianos) que lo salvarán (si procede) del vengador y que morará en la ciudad refugio de por vida.
.- Si el homicida sale de la ciudad y el vengador lo encuentra podrá matarlo.
.- El homicida podría salir de la ciudad cuando muriera el Sumo Sacerdote, entonces quedaría libre y podría entrar de dónde había huido y circular libre.
Completan estas normas la siguiente que es una especie de garantía que ofrece la ciudad refugio:
.- La comunidad no admitirá un solo testigo para condenar a muerte.
(Se entiende, con el empeño de que se le condene a muerte, para ello los ancianos deliberan).
.- La comunidad no admitirá rescate por la vida del homicida.
.- La comunidad no admitirá rescate para dejar salir al refugiado.
Es decir que la comunidad no se dejará sobornar.
Ya verán ustedes que en cualquier tiempo ha existido soborno, violencia y garantías para los presos. Para algunos, como siempre, claro.