El bosque de las palabras

Rompe así la ansiedad el amado por la amada. “¡Hazme ausente, oh amor, hazme olvido!” Pues en la ausencia, el olvido, en la distancia el recuerdo.
Juan Orozco compone uno de los poemas más hermosos, más intensos de los que incluyó en su poemario “De la Voz humana: Sendas de luz, caminos.” Que fue premiado en Benicarló en el año 2002.
Más en todo el poemario, que me dedicó cuando nos vimos en un magnífico encuentro de poetas andaluces en Marchena, hay un “canto perenne de música y abandono” pues su poesía es “limpia, pura y gallarda” con versos medidos y rimados que descubren un mundo de sensaciones y sensibilidades para anunciarnos a un poeta que “vuela al silente extremo de tu raso velo” y que nos concreta en perfectas descripciones la anatomía de la “Giralda”, o un “Paisaje”.
Descubrir en sus sonetos la elegancia y la suntuosidad de su magia, ha sido para mí una sorprendente emoción. “Batalla y flecha” cuando no envuelto en lluvia, si cuando llueve “lluevo. Todo el día lluevo enaltecido/ hacia tu boca plena de simientes,/ hacia tu sexo tibio y comedido./ Lluevo velozmente hasta tus puentes.”
Y entonces todas las auroras son luz y todos los ocasos vida si el mundo vivido por este poeta de Montellano es registrado en sus versos como una auditoria de libertad:
“¡Si, desead el mundo, desead
la libertad de poder ser,
de poder amar sin vedas,
sin llanto ni lloro y sin sed!”
Y es cuando el lector se rinde a sus versos.
DE LA VOZ HUMANA: SENDAS DE LUZ, CAMINOS.
DE JUAN OROZCO OCAÑA
XXII PREMIO DE POESÍA “CIUDAD DE BENICARLÓ” 2002
