El bosque de las palabras

No es la primera vez que ustedes me oirán decir que una de las ideas que entresaco de la lectura de la Biblia es lo violento que el pueblo judío se mostraba.
Violento de la violencia física ejercida y contada en sus historias, incluso para su pedagogía, pero violento también en los conceptos que atañen a las relaciones entre hombres y mujeres, destacando el machismo imperante en sus tradiciones que desgraciadamente hemos heredado.
Por ejemplo en el Eclesiástico se puede leer:
.- No tengas celos de tu propia mujer, para no enseñarle a hacerte mal.
Osea, tened cuidado hombres con la maldad de la mujer…
¿Y la confianza entre ambos? ¿Eso no importa?
.- No te entregues del todo a tu mujer, no sea que te llegue a dominar.
¿Cómo? ¿De verdad que en las relaciones de pareja eso es lo que hay que tener en cuenta, la dominación de uno sobre el otro? ¿No sería más comprensible darse entre ambos, todo, para que el amor fluya?
.- No te quedes mirando a doncella, para que no incurras en su propio castigo.
¿Entonces lo que podemos esperar de una mujer por la que nos interesemos es que nos trasmita su negatividad?
.- Aparta tu ojo de mujer hermosa, no te quedes mirando la belleza ajena. Por la belleza de la mujer se perdieron muchos, junto a ella el amor se inflama como fuego.
¿Admirar la belleza de una mujer implica meterse en problemas?
.- Junto a mujer casada no te sientes jamás, a la mesa con ella no te huelgues con vino, para que tu corazón no se desvíe hacia ella y en tu ímpetu te deslices a la ruina.
Osea, ten cuidado con las mujeres, casadas o no, todas son un problema para el hombre.
Como se verá por estos ejemplos el sentido machista de la herencia judía ha llegado hasta nuestros días, y por mucho que aquel hombre llamado Jesús de Nazaret quisiera redimir a su propio pueblo, parece que no lo consiguió, pues a lo largo de la historia hasta nuestros días el machismo imperante ha llenado de odio ambas relaciones hasta el punto trágico de ejercer violencia sobre la mujer, algo que por cierto ya se veía venir desde que la literatura de este libro le concedió a Eva el pecado de coger la manzana y dársela a Adán. Todo un principio de intenciones contra la mujer donde ella es la mala y el hombre el ignorante.
Y a partir de ahí se ha escrito toda la historia de la humanidad en la cultura judeocristiana.
Revertir toda esa inquina manifiesta contra la mujer nos está costando trabajo en este primer cuarto del siglo XXI, pero en nuestras manos está cambiar el curso de la historia poniendo en su lugar las herencias recibidas y desechar todas las aversiones en contra de la mujer. No será fácil pero debe saberse que el primer mandamiento para conseguirlo es el respeto y la tolerancia entre ambos sexos y sobre todo admitir entre ambos que las coordenadas de integración pasan por sentirse ambos en el mismo plano igualitario, para empezar, considerarse ambos seres humanos complementarios no sería mala idea.