La Mirada Crítica
Hoy es 10 de octubre. Parecería un día cualquiera en el calendario, 24 horas que pasarán hasta llegar a un nuevo día. Pero no. Hoy no es solo un día, hoy ES el día. Desde hace más de 20 años, los 10 de octubre son días de empatía, de visibilidad, de reclamaciones y de miles de historias que salen del cajón donde estaban guardadas para ver la luz. Hoy no es solo un día, hoy también es mi día. No solo mío, sino de millones de personas como yo. Yo puedo contarlo, otros muchos ya no. No es un día, no un número, es el 10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental.
A día de hoy, poca gente le da el valor que se merece a este tipo de enfermedad. Y el principal problema es porque todavía existe gente que te tachará de “loco”. Muchas veces he escuchado frases como “estás loco”, “vete al psiquiatra”, “si estás mal solo deja de estarlo” o “es una excusa para dar pena”. Estas palabras, sinceramente, sientan como una patada en tu interior. No, no estoy loco ni necesito un psiquiatra. No, no se deja de estar mal de la noche a la mañana, y no, no busco dar pena. No estoy loco, estoy mal, y solo necesito ayuda.
Hace falta mucho apoyo, y gran parte de ese apoyo debe venir de dos focos muy importantes: los políticos y los medios de comunicación. Porque sí, en este día todos se llenarán la boca hablando de la importancia de la salud mental y de todo lo que propondrán para mejorar la asistencia a los que lo necesitan. Pero cuando termine ese día, esas promesas se esfumarán en el aire y nadie se volverá a acordar de ello. Deben ser los pilares que sostengan un buen sistema de salud mental. Y el primer paso para ello es no acotar su importancia a un solo día. Todos los días son esenciales para luchar contra los problemas derivados de una mala salud mental.
Pero hay otra traba que se entromete en este problema: la sociedad. La gente calla, ve y no ayuda, y en muchos casos son cómplices de muchos problemas que se podrían haber evitado pero nadie hizo nada. Cada vez se va adquiriendo mayor conciencia de la importancia de tratar las enfermedades mentales de igual forma que te tratas un resfriado, sin mayor problema y sin vergüenza. Sin embargo, todavía quedan eslabones sueltos que lastran esta labor y te miran con asco o desprecio por admitir que necesitas ayuda. Yo fui una de esas personas que en algún momento necesitó ayuda psicológica en un momento duro. Y es algo que muy poca gente ha sabido, porque no me atrevía a contarlo. Pensaba que pensarían mal de mí, que me apartarían más porque verían como alguien “raro” o que lo utilizarían para hacerme daño. Puede que no hubiese pasado nada de eso, pero son cosas que ves que a muchos les ha pasado y temes mostrar algo tan simple.
Algo de lo que me he dado cuenta es que las personas mayores son las más reacias a este tipo de temas. He visto casos donde te dicen que ahora nos quejamos de todo, que no pueden entender que te encuentres mal si tienes casa y para comer y que estar en depresión es una tontería, que ellos han sacado una familia adelante y nunca se han quejado. Y yo discrepo mucho en esto. Sí, es verdad que ellos han pasado por momentos duros también, que han vivido la represión, que no han sabido gestionar eso y nadie les ha ofrecido ayuda. Pero eso no es una excusa, es más, esas personas son las primeras que saben en sus carnes lo duro que es lidiar con problemas mentales, pero muchas han interiorizado que eso es lo que había y siguieron adelante como si nada.
Ahora somos conscientes de que hacer como si no existiesen no va a solucionar nada, incluso lo acabará agravando más todavía. Por eso es importante tratarlo a tiempo… si puedes claro. No todos pueden costearse pagar sesiones en un psicólogo que en muchos casos no bajan de 50 euros por cada una. Y te dirán la gran frase: “acude al psicólogo de la Seguridad Social”. Lo haría, si no fuese por el hecho de que ellos no están bien formados para atender esos casos, ni en las mejores condiciones. Y no es culpa de los profesionales, que seguro les gustaría poder hacer más, pero el tiempo por paciente es insignificante, y los medios de los que disponen son muy limitados. Hay que luchar por garantizar un sistema de salud mental de calidad, con subvenciones para tratar de hacerla accesible para toda la población, y sobre todo con profesionales a los que se les apoye a formarse para poder tratar los problemas de una mejor forma.
Otros de los grandes problemas que surge en torno al mundo de la salud mental es la hipocresía. Y seré más explícito, muchas personas hoy te hablarán de salud mental, te dirán que es importante darle visibilidad al problema…, sin embargo durante todo el año no les verás hablar de ello. Y muchas de esas personas que te harán ver que les importa la salud mental son los mismos que en el día a día hacen chistes sobre el físico de alguien o han visto casos de bullyng y no han ayudado. Muchos famosos e influencers se sumarán también a este efecto llamada. Eso no está mal, ya que tienen muchos seguidores e influencia, pero por ello mismo también hablan de cánones de belleza, filtros y retoques faciales… y ello es contraproducente a una buena salud mental.
Hoy es 10 de octubre, mi día. Hoy es 10 de octubre, tu día, el nuestro y el de todos. Mañana será 11 y solo pido una cosa, acuérdate hoy de mí, pero no me olvides mañana, porque no estoy loco, no, pero no estoy bien.