El bosque de las palabras

En Roma, a mi apuesta fiel,
fijé, entre hostil y amatorio,
en mi puerta este cartel:
«Aquí está don Juan Tenorio
para quien quiera algo de él.»
De aquellos días la historia
a relataros renuncio:
remítome a la memoria
que dejé allí, y de mi gloria
podéis juzgar por mi anuncio.
Las romanas, caprichosas,
las costumbres, licenciosas,
yo, gallardo y calavera:
¿quién a cuento redujera
mis empresas amorosas?
Salí de Roma, por fin,
como os podéis figurar:
con un disfraz harto ruin,
y a lomos de un mal rocín,
pues me querían ahorcar.
Fui al ejército de España;
mas todos paisanos míos,
soldados y en tierra extraña,
dejé pronto su compaña
tras cinco o seis desafíos.
Nápoles, rico vergel
de amor, de placer emporio,
vio en mi segundo cartel:
«Aquí está don Juan Tenorio,
y no hay hombre para él .
Desde la princesa altiva
a la que pesca en ruin barca,
no hay hembra a quien no suscriba;
y a cualquier empresa abarca,
si en oro o valor estriba.
Búsquenle los reñidores;
cérquenle los jugadores;
quien se precie que le ataje,
a ver si hay quien le aventaje
en juego, en lid o en amores.»
Esto escribí; y en medio año
que mi presencia gozó
Nápoles, no hay lance extraño,
no hay escándalo ni engaño
en que no me hallara yo.
Por donde quiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé,
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
Ni reconocí sagrado,
ni hubo ocasión ni lugar
por mi audacia respetado;
ni en distinguir me he parado
al clérigo del seglar.
A quien quise provoqué,
con quien quiso me batí,
y nunca consideré
que pudo matarme a mí
aquel a quien yo maté.
Este es un fragmento del Don Juan Tenorio de José Zorrilla que nació en 1817 y murió en 1893.
En estos versos don Juan se define a sí mismo, digamos como: libertino, pendenciero, guasón, un tanto temerario y seductor de mujeres a las que luego abandona, cosa que hoy, al correr de los tiempos, no parece nada políticamente correcto… pero no olvidemos que la obra se escribió hace 200 años.
Don Juan Tenorio se ha convertido en un mito, pero ya hay ejemplos anteriores en la literatura española, Tirso de Molina había escrito El burlador de Sevilla en 1630.
«Seductor de mujeres» «hombre mujeriego, galanteador, frívolo e inconstante» son los significados que han llegado a nuestros días a cuenta de esta obra de teatro.
Estos versos escritos en quintillas pertenecen al primer acto de la obra, en una taberna sevillana, La Hostería del Laurel, hacia 1545. Un año antes, dos jóvenes tarambanas, Don Juan Tenorio y Don Luis Mejía, han apostado quién de ellos habrá seducido a más mujeres y matado en duelo a más hombres, y se han emplazado a hoy, a hacer recuento y ver quién ha ganado la apuesta.
Les dejo ahora con un recitado de parte de estas estrofas que hice hace unos años para Onda Cero Marbella.





