El bosque de las palabras
Cuando Isabel Romero me habló de la colección Dabisse, enseguida intuí que sería una colección del alma. Del alma de los poetas invitados a participar en ella, y que la editorial Anáfora cuidaría con esmero, pues los versos del alma pertenecen a los ángeles.
Pero también supe que esta colección era el alma de Isabel.
Dabisse Les – Mées está a escasa hora y media de Marsella, en la frontera con los Alpes... y entonces cuando le pregunté a Isabel por el nombre de la colección, ella tan solo me contestó: “porque allí fui feliz”
No era necesario preguntar más, porque si el alma de la poeta Isabel Romero fue allí feliz, entonces bien merecía que esta colección, que nacía con las estrofas de la divinidad, así se llamara: DABISSE – ROMERO.
Si pro vobis facit, pro me operatur. (Si a ti te vale, a mí me vale) Porque las almas de los poetas son así. Claras. Expuestas. Libres. Inexplicables.
Y entonces nació el primer volumen de la colección. Las tierras de Silo, de Paloma Fernández Gomá. Poemario que se agarra a la naturaleza como, en palabras de la autora, “experiencias en la conciencia del hombre”, donde la mujer bíblica nos ofrece un camino de libertad para, entre otras cosas, redimir al ser humano y ponerlo en el camino de la salvación.
De repente, en ese camino de redención que nos llevaba a Las tierras de Silo aparece la tragedia. Como si los hombres se empeñaran en sus errores. Y Francisco Muñoz Soler captó la profunda dimensión del abismo en el segundo número de la colección: De repente llegó la oscuridad blanca. Y en sus versos la esperanza de la salvación, venciendo peligros y miedos, apartando piedras del camino para intuir su claridad.
Sin embargo, en el tránsito, derrotas que nos llevan a rendirnos. Por eso levantamos las manos. Por eso, Antonio Bernal Blanco tituló así el tercer número de la colección: Manos arriba, aunque priorizó en el inglés el título, Hands up, quizás para enfatizar que la rendición de su alma es la que habita en los versos que nos propone Antonio: “de miedos y renuncias me escoré nada más llegar a puerto… Mecido por Viento de buitres.”
Se rinde Antonio a la duda de la existencia para encontrar, al fin, una conquista, la de la propia existencia humana.
Quizás, por eso, de la conquista de la existencia, trágico devenir del hombre, en esta cadena de sensaciones del alma tejidas por el azar, apareciera el cuarto número de la colección: En mi cabeza, entre mis caderas, dentro, que su autora Presina Pereiro nos proponía… pues de la conquista de la propia existencia humana surge la misma esencia de la vida que es sin duda el eslabón más importante: La mujer. Y Presina reivindica aquí la esencia de lo femenino. Sutil, intensa, de inexcusable transmisión generacional confirmada por el eros. De ahí el título de su poemario tomado de Ana Rossetti, conjugadora de versos ciclónicos, como son los versos propuestos por Presina, reveladores de la esencia de la mujer que nos abundan en su conocimiento.
Mas, ¿y la melancolía? En el tránsito humano, ¿no es necesaria la vuelta al pasado, al recuerdo?
Así, sin concesiones, como una total entidad, Javier Mogollón nos propone, jamás el olvido. En los recuerdos, alma. En los sueños, nubes. En los versos, letras de poemas que otros nos escribieron, antes, para emocionar nuestra existencia, nuestro camino, dando a nuestro corazón fuerza para llegar a nuestro destino. La edad de la melancolía, es eso; una píldora de futuro para nuestra alma, que al fin de todo es lo perdurable.
Ahora busco. Me redimo. Insisto en mi ser… soy humano peregrino de desconsuelos, ahíto de esperanzas. José Antonio Fernández García, nos propone en el sexto número de la colección Dabisse – Romero, un viaje al interior. Al interior del yo, de su yo, que es el yo de todos los demás erráticos del mundo… para encontrarse, para encontrarnos en la verdad de los tiempos, quizás en el rincón Donde tu nombre apenas se debate, como lugar indómito del ser de las almas, pues al final, conseguir la paz es lo que la humanidad ansía.
Y finalmente les diré que el séptimo número de la colección es de mi autoría: Poemario de Ubud. Un poemario que se presentó hace unos días y del que solo les diré que fue gestado íntegramente en el pueblo de Ubud que está en la isla de Bali, Indonesia, a donde viajé en 2016. Allí escribí este y otro poemario más, que aún no ha visto la luz y que titulé, solo con el nombre de la isla: Bali. Aquel, el Poemario de Ubud, con las raíces del alma, este, Bali, con la descripción de una tierra y sus gentes, que son vida. Y digo que nada más les diré para que cuando ustedes lo lean, me digan.