El bosque de las palabras

NOTAS COMUNES A LA EMBRIAGUEZ
Vencer la timidez, sentirse ahumado,
andar medio tarumba, perder hato,
ver doble, insolentar, tirar el chato,
mearse en pantalón, ir achispado,
cantar en prohibición, estar tajado,
retar, llorar amor, dormir buen rato,
contar la indiscreción, hipar el flato,
reñir, tartajear desaliñando,
mirar más de la cuenta a las esposas
de prójimos que no adornan desgracia,
hablar sin ton ni son con desatino,
ganar vocabulario, donar cosas,
perder solo un vocablo: diplomacia,
llamándole al pan, pan y al vino, vino.
Cualquiera diría, a tenor de este satírico soneto, que fue escrito por Quevedo. No. Esta imaginativa y certera descripción, sobre la embriaguez, es del poeta cordobés, Antonio Flores Herrera, de su poemario, Del amor y otros cuentos.
Se presentó en Córdoba, ciudad donde reside Antonio, pero se presentará en más ciudades porque el poeta es un veterano hacedor de versos que de una u otra forma nos llevan, a los que nos gusta rimar, a la buena poesía.
Antonio es un poeta asimilado a lo quevedesco. Su físico lo denota, su ingenio lo aclama, su sátira poética lo define. Digamos que le falta el bigote y la lineal perilla en el hoyo de la barbilla, las antiparras, y la Cruz de Santiago. Pero a su poesía no le falta de nada.
Tiene amor. Tiene desamor. Drama social. Crítica. Pedagogía. Y, ¡claro!, la sátira. “Que, ¿qué es piratería? / aquello que despoja un trincador, / el pillo que te estafa, un timador. / Y ¿qué es un saqueador? / aquel que mete mano a tu dinero, / ya sea bien político o banquero.”
No suele escribir poesía todos los días, sino que lo hace cuando, en realidad, siente hacerlo.
A sus 78 años arrastra la voz carrasposa, como si se hubiera fumado la Tabacalera, o bebido las bodegas de Montilla, o quizás ambas, porque ligar el tabaco, el cante, el vino y la poesía, siempre fue de bohemios.
El caso es que, hay huellas en sus cuerdas vocales que sacan una personal voz de su flagelada garganta, y que cuando nos lee sus poemas, nos lleva a un mundo esencial, inocente, trágico, y sarcástico, que dispara a dar en nuestro corazón abierto por el verbo de su verso.
Y así es como nos alcanza este poemario, Del amor y otros cuentos, con el dardo sátiro de la nostalgia, de los filos del alma, y de la cultivada métrica, de un poeta necesario y andaluz, culto y absoluto, roto de arte roto, rotundo y esencial.
Durante 41 años Antonio trabajó en este poemario. Más de la mitad de su vida. Por eso aquí está su vida.
Hay sensaciones y emociones que aquí nos descubre, ¡por fin!, en este racimo de estrofas escritas, sobre la idea de los viejos cuentos de los que supimos en nuestra infancia y adolescencia.
En cada poema, Antonio Flores Herrera, se metamorfosea y, con magisterio, nos descubre la simbiosis entre su vida emocional y sentimental, con el cuento sobre el que cabalga el poema.
Los poemas van de los cuentos y novelas, del ideario público y conocido, todos, con un tratamiento relativo al amor o al desamor. En realidad, referidos a la experiencia de la vida. Escritos con una carga de ironía, en algunos, que nos revela el profundo sentir de un hombre, de un poeta, con el alma abierta en canal.
Del amor y otros cuentos, es un poemario trabajado a conciencia, y atemporal. En el encontramos, no solo las imágenes del alma, sino que en la transcripción que de ellas hace sobre el papel, Antonio, utiliza los recursos métricos necesarios para captar la atención del lector, y para que le llegue mejor el mensaje, conjugando los versos libres, los heptasílabos, endecasílabos y alejandrinos. Sonetos, como los de La Odisea, La rana que quiso ser buey. Décimas espinelas como las de El Rey León y los Tres Cerditos. Seguidillas, como en La gallina de los huevos de oro.
Y algún que otro “palo” cantable, para una noche de bodega y humo, y olor a madera rancia del vino que la posee.
Incluye el poemario, Del amor y otros cuentos, una serie de dedicatorias personalizadas, a cada cuento una dedicatoria, y más allá de las entendibles, las que dedica a Martín Gaite y Ana María Matute, hay otras que, para los lectores, serán enigmáticas, como la de Los Tres Cerditos, que se la dedica a Francisco Martínez, (un hombre malo). O la de La lozana Andaluza,que se la dedica a May.
Quizás, querido Antonio, el amor, dentro de los cuentos, no sea nada más que el cuento del amor, o que el amor es, un cuento más.
DEL AMOR Y OTROS CUENTOS
POEMARIO DE ANTONIO FLORES HERRERA
PUBLICADO POR ANÁFORA EN SU COLECCIÓN DABISSE ROMERO QUE DIRIGE ISABEL ROMERO LÓPEZ

