La Mirada Crítica

El deporte mueve masas, rompe barreras y une a personas. Sea cual sea la disciplina, el orgullo de representar a tu país, tu bandera y tu himno, tu historia y tu gente, representar a tu nación, aquello que llamas hogar, es un privilegio a los que muy pocos llegan y muchos sueñan.
Y ese sueño se convirtió en realidad para 23 jugadoras, que tras realizar una temporada sobresaliente en un año que ha servido para dar visibilidad al fútbol femenino, aquel que a nivel de clubes nos deja al Fc Barcelona como campeón de la Champions, pero que es poco valorado por la sociedad.
Misa, Enith Salón, Cata Coll, Oihane Hernández, Laia Codina, Ona Batlle, Rocío Gálvez, Irene Paredes, Olga Carmona, Ivana Andrés, Jenni Hermoso, Teresa Abelleira, Aitana Bonmatí, Alexia Putellas, María Pérez, Irene Guerrero, Claudia Zornoza, Mariona Caldentey, Eva Navarro, Salma Paralluelo, Athenea del Castillo, Alba Redondo y Esther González.
Ellas fueron las 23 guerreras que defendieron a nuestro país en el que sería la tercera participación de España en un mundial femenino. La convocatoria no estuvo exenta de polémica, ya que algunas de “las 15” que renunciaron en su momento a la selección entraron en esta convocatoria.
Esta renuncia por parte de algunas jugadoras fue una premonición de la caída de una RFEF que estaba más cuestionada que nunca. El seleccionador de la selección, Jorge Vilda, nunca ha contado con el apoyo unánime de la población española. Los malos resultados con la selección hasta este torneo lo situaban para muchos en la cuerda floja, y salvo milagro se esperaba su destitución. Pero Vilda no estaba solo, contaba con el apoyo de la Federación y su presidente, Luis Rubiales.
Pero lo que hizo explotar todo no fueron los resultados, sino el comportamiento de su entrenador. A raíz de la Eurocopa del pasado año donde España cayó en cuartos contra Inglaterra, la tensión creció entre los dos bandos, staff y entrenador por una parte y las jugadoras por otro. Ellas reclamaban cambios, y uno de ellos pasaba por la marcha de Jorge Vilda. Por su parte el entrenador mantenía firme su intención de cumplir con su contrato que está vigente hasta 2024. Los opuestos están condenados a no entenderse y la bomba saltó el 22 de septiembre. Un grupo de 15 jugadoras firmó un comunicado donde expresaban su deseo de no ser convocadas con la selección mientras el entrenador siguiese en el cargo. Jugadoras como Jenni Hermoso , triste protagonista en estos días, o la primera balón de oro española, Alexia Putellas, se encontraban entre las firmantes del comunicado.
La población se solidarizó con las jugadoras, y Vilda era abucheado en cada partido que jugaban. Que unas deportistas renunciaran a representar a su país, que es obligatorio asistir si eres convocado, dejó en muy mal lugar a nuestro país, pero ya hacía ver que un barco capitaneado por un mal líder no llegaría a buen puerto.
Antes de la cita mundialista, algunas jugadoras del grupo de “Las 15” volvieron a las convocatorias con la selección, una de ellas Jenni Hermoso. España partía con mucha ilusión, pero no se era muy optimista entre la afición, era una gesta impensable para una selección que nunca había pasado de cuartos.
Pero la selección ganaba y convencía, cuajaba buenos partidos e iba avanzando rondas. La fatídica barrera de cuartos se superó ante Países Bajos en la prórroga. Es una pena que muchos solo se interesan por la selección solo cuando estábamos en la final y había opciones serias de ser campeones, pero en un momento muy importante se sintieron arropadas por un país entero que como en aquel lejano 2010 añoraban ser los mejores del mundo. Lo éramos en ilusión, y cuando nadie daba nada por nosotros demostramos por qué somos España. Ganamos más que un título, más que nuestro primer mundial, porque ellas ganaron el reconocimiento de todo un país, incluso de otros países. Pusieron la piedra para que el fútbol femenino adquiera la importancia que merece.
Pero esa piedra fue una piedra muy frágil, tanto que los propios que deberían haberla puesto hace tiempo fueron los encargados de destruirla. Un día en el que el foco y las cámaras las deberían haber acaparado otras, fue el presidente quien decidió robarse el protagonismo. En plena entrega de medallas, Luis Rubiales al saludar a la jugadora Jenni Hermoso, la abrazó efusivamente y se besaron, algo que las cámaras captaron y que para muchos pasó inadvertido en el momento. Pero lo que tienen las redes sociales es que todo circula sin parar, y ese vídeo, de ese preciso instante rápidamente se hizo viral en todo el mundo. Presidente y jugadora se besan, una situación insólita ante lo que podía definirse como jefe y trabajadora. En un primer momento todo parecían risas, cuando en un directo de Instagram en el vestuario Jenni Hermoso confesó que que le iba a decir por el beso, pero que no le gustó. Pero la sociedad estaba indignada, y pedía una explicación a Rubiales, que en un primer momento optó por atacar a aquellos que criticaban su comportamiento.
El lunes, y ante la magnitud de la situación y que sus palabras envenenadas solo habían enfurecido a la gente, optó por la vía de las disculpas cobardes, en un vídeo emitido por la federación donde se lamentaba de unos actos impropios de un presidente. Lo que parecía que quedaría en eso, en un mal gesto, solo acababa de comenzar. Famosos, políticos como la ministra Montero y el entorno del mundo del fútbol pedían la dimisión de Rubiales. Ya no era un beso, sino una agresión sexual como defendía la ministra y muchas mujeres. La línea fina entre ambas era la misma, el consentimiento. No sabíamos si era un acto pactado y querido por ambos o ella no se esperaba esa reacción de Rubiales. La jugadora, en una entrevista en la radio, quiso quitarle hierro al asunto y hablar más del hecho por el que debería de haber sido entrevistada, ser campeona del mundo.
Estamos sin duda ante una crisis del deporte español, y la crisis hay que intentar resolverlas, pero esta es especial, pues los giros de guión son más propios de una película de Hollywood.
Días después, Jenni Hermoso a través de su agencia de representación publicó un comunicado donde denuncia la acción machista que sufrió por parte de Rubiales y aclaró que ella en ningún momento consintió ese beso. La jugadora por primera vez habló sin tapujos de lo sucedido, y ello provocó un terremoto en Las Rozas y dejaba a la RFEF herida de muerte. La reacción no se hizo esperar y se convocó una asamblea de extrema urgencia para la mañana del viernes. Tantos temas que discutir y una carta ante la mesa que parecía la más probable, la dimisión de Rubiales. Era de esperar, y de hecho nadie contemplaba otro escenario que no fuese ese.
Pero Rubiales no parecía rendirse tan fácil y pretendía agarrarse a su puesto con garras. Anunció en la asamblea que no iba a dimitir, alegando haber hecho la mejor gestión del fútbol español y atacando a ese “falso feminismo “ que lo “asesinaba socialmente “. Y las palabras de Jenni Hermoso no pasaron inadvertidas para el presidente, que señaló a la jugadora como la que empezó a abrazarlo y que tras una conversación él le preguntó si podía darle un pico y ella accedió. La pelota estaba el tejado de Jenni, y la guerra estaba más abierta que nunca. La reacción a esas palabras no se hizo esperar y todas las jugadoras que fueron al mundial, además de otras futbolistas de la Liga F emitieron un comunicado donde informaron que no volverían a una convocatoria hasta que no hayan cambios reales. La situación de “Las 15” se repetía, pero esta vez a mayor escala.
Esta crisis todavía no ha terminado, y lo último que destaca es la renuncia del staff técnico de Jorge Vilda (él no ha querido renunciar) y la decisión de la FIFA de suspender cautelarmente a Rubiales de sus funciones por un periodo de 90 días. Opiniones hay muchas y aunque el bando con más apoyo es el de la jugadora, hay defensores del presidente de la Federación. Una situación de crisis como esta no ha sido bien llevada por ninguna de las dos partes. La jugadora en un primer momento no le dio importancia al tema, y más tarde, quién sabe si por presiones internas, sociales o por su propia voluntad de ver la magnitud del asunto decidió denunciar los hechos. Y Rubiales, quién se mostró arrepentido en un primer momento, se encuentra desatado y no ve lo que ha hecho mal.
Sea quien sea el culpable y la víctima, lo realmente importante es que en un momento donde se debería reconocer a las chicas por ser campeonas del mundo, la mirada de la sociedad está en otro lugar, una “injusticia” que ha conseguido opacar un éxito para el fútbol femenino.