La Mirada Crítica

El azar es la manera más peligrosa para tomar una decisión. Hay tantas posibilidades que puede salir bien, pero también puede salir mala la jugada si no lo tenías bien pensado. Puedes jugar con el azar en situaciones cotidianas, desde simples sorteos hasta exámenes decisivos. Sin embargo, jugarte tu futuro a la suerte puede salirte muy caro. ¿Pero que se jueguen tu futuro a cara o cruz sin poder hacer nada? Eso ya es una temeridad.
El presente y futuro de los españoles se ha convertido en una ruleta rusa. La investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno deja una enorme herida. Desde aquel día en que anunció que concedería la amnistía a los políticos catalanes del 1-O, todos los días, miles de personas se han concentrado frente a las sedes socialistas para pedir que se revoque esta decisión. Lo que empezó como una manifestación aislada se ha tornado en un movimiento nacional que cada día está más cerca de explotar.
Pese a los intentos por hacer valer el sentido común, la ilegalidad se abrió paso y todo parece indicar que la Ley de Amnistía saldrá adelante. Ello supone no solo la absolución de Puigdemont, sino de más de mil personas que participaron activa o pasivamente en el referéndum ilegal del 1-O. Este hecho supone una herida de muerte a la democracia española, y sobre todo a la Constitución de 1978, que ve como es ninguneada por aquellos que prometen defenderla.
Y parece que de nada ha servido que durante más de dos semanas miles de personas hayan llenado cada noche las sedes del partido socialista, ni que cerca de 1 millón de personas se reunieran en Madrid el pasado sábado. Lo que sí está claro es que a cada movimiento que daba el PSOE, la ira se encendía cada vez más.
Luego de ese momento, empezaron a llegar los pactos con los partidos vascos y catalanes, hecho que cabreó aún más los ánimos de muchos españoles. La sesión de investidura se celebró una semana más tarde de lo previsto, lo que permitió a los socialistas terminar los últimos detalles de sus negociaciones, pero que también suponía más días de protestas para evitar que llegase esa sesión. Esas protestas iban cada vez tomando un rumbo más cuestionado, por la presencia de algunos ultras y personas violentas, que daban una imagen de “fascistas”. Sin embargo, lo que ha quedado más tocado de estas manifestaciones es el sentimiento de estima con la Policía.
En la primera semana pudimos ver cómo gasearon a muchos de los manifestantes que se encontraban cerca de las vallas de protección. El hecho de gasear al pueblo cabreó a la opinión pública, ante unos actos que denominaban de “ uso abusivo del poder”. Tras ello, la relación Policía- manifestantes se fue caldeando, que veían a los agentes como cómplices del Estado. Varios agentes denunciaban que se les ordenara cargar contra la población, cuando en las protestas de Cataluña aguantaron varios días.
Los enfrentamientos comenzaron a ser más intensos, con lanzamiento de objetos a los policías y con estos golpeando a decenas de manifestantes.
Otro colectivo que ha salido mal parado es la prensa. La población acusa a los medios de comunicación de tratar de tapar la realidad del país y de no usar su alcance para parar este “golpe”. Los periodistas que cubrían las manifestaciones sufrían insultos por parte de los manifestantes, y las redes sociales sentencian y cancelan a la mayoría de las televisiones y medios de comunicación.
Como periodista, evidentemente es duro que se te señale por tu profesión, pero son los peones los que están pagando los platos de unos directivos que se apoyan en sus intereses económicos para estar de un lado o del otro de la balanza.
Lo que está pasando no tiene una fecha de fin cerca por lo pronto. Si hay varias cosas claras. El PSOE sabía que esta era la única bala que le quedaba para seguir en el poder. La debacle electoral les lanzaba al foso de los leones, donde salir vivo era complicado. Y así fue, porque las palabras no bastaron, y el dinero fue la moneda de cambio para su apoyo. Concesiones, reducción de deudas y el colofón final, la amnistía. Si esta votación fallaba y algún diputado se declaraba en rebeldía, la repetición electoral les condenaría por intentar vender España por 7 votos. Al final todo les salió a pedir de boca.
O no, porque si la base no es sólida, cualquier viento la puede tirar. Promesas de servicios gratis y una política social “sin precedentes “ es su forma de intentar calmar las aguas y comprar al pueblo. Pero ellos no aceptarán migajas, y menos si lo pagarán el doble, porque nada es gratis en la vida, y lo que prometen sin precio lo esconden bajo los impuestos. Segundo, porque no puedes asegurar poder darle todo a los partidos independentistas, y en cualquier momento pueden hacerle al PSOE como a Julio César, asesinado por los que en un momento le apoyaron. Y tercero, porque al pueblo no lo van a poder callar.
Si juegas el futuro de tu nación a cara o cruz, tienes dos posibilidades. Una, que todo salga como lo esperado. O dos, que la otra cara termine por tomar el poder y derrocarle. Mi futuro y el de todos es demasiado importante como para dejarlo al hacer. Si mientes, no te harán caer los engañados, el peso de tus mentiras cederá el pedestal del que estás subido, y solo tú serás el culpable, P. Sánchez.