El bosque de las palabras

Ana Varela es mi amiga, de Marbella, pero nacida en la capital, y tiene una afición que dentro de lo cofrade no solo es novedosa, sino pasional, que marca en su vida la forma de sentir y ser el tiempo de la Semana Santa.
Su afición por esta semana de pasión le viene desde pequeña. Nació en el centro histórico de Málaga, donde se vivía la Semana Santa con mucha intensidad.
En la década de los años sesenta, no existían las Casas Hermandad; los tronos se preparaban en los «tinglaos», que eran grandes estructuras de lona ubicadas en calles y plazas del centro de la ciudad. Los «tinglaos» servían para montar y adornar los tronos de las diferentes procesiones, y era común que los vecinos se acercaran, Ana también, a observar cómo los preparaban, asomándose entre las lonas.
En los recuerdos de Ana Varela están aquellos “tinglaos” de los tronos de Los Gitanos, El Sepulcro, La Sangre y El Huerto.
En las procesiones, los vecinos de aquellas calles iban a las aceras con las sillas de la playa o de la casa, cogían su sitio y los veían pasar, “Disfrutando el momento con una emoción indescriptible”, me cuenta mi amiga Ana Varela.
Pero en realidad su afición a montar el escenario de la Semana Santa, como les mostramos en las imágenes, le viene de cuando hace unos años, el Diario Sur, publicó una colección de figuras de las procesiones malagueñas, incluyendo el traslado del Cristo de la Buena Muerte con sus legionarios, haciendo la guardia y trasladando al Cristo. Aquellas figuras que representaban el traslado incluían la famosa cabra de la legión y una serie de nazarenos de distintas cofradías.
El padre de Ana, sabedor de la gran afición de su hija por la Semana Santa, le regaló aquella colección. Colección que en los últimos años ella ha ampliado, confeccionando algunos tronos en pequeña escala y recopilando más figuras de nazarenos, legionarios, mantillas, etc. De tal manera que con ellas recrea las procesiones en el salón de su casa todas las Semanas Santas.
Ana amplía su colección todos los años, incorporando nazarenos de distintas ciudades de España, como Cuenca, Sevilla, Úbeda… que, como ella afirma: “son un pequeño homenaje a la riqueza patrimonial y cultural de nuestro país”.
Vivir la Semana Santa de una forma particular es lo que a Ana le mueve, pues de esta forma siente ella todo el respeto y admiración por el mundo cofrade y religioso.
Le pregunté a Ana si ella sabía de personas que, como ella, montaran estos «tinglaos» en sus casas. Ana sabe de coleccionistas privados y escaparates que en esta época del año suelen montar escenarios de la Pasión.
Pero lo que sí podemos asegurar es que esta costumbre no está nada extendida, como sí lo hicieron los belenes, de ahí la importancia costumbrista que adquiere esta representación que mi amiga Ana Varela hace en su casa de la Semana Santa.
