El bosque de las palabras

La palabra se define académicamente como una unidad léxica formada por sonidos que tienen un significado y una categoría gramatical.
La palabra es la representación gráfica de estos sonidos.
La palabra viene del griego PARABOLÉ, del latín PARABOLA y del español antiguo PARABLA.
Cuando inicié esta sección en Marbella Hoy, que llamé EL BOSQUE DE LAS PALABRAS, no pensé en hacer artículos teorizando sobre el significado de algunas de nuestras “palabras”, más o menos conocidas. En realidad lo que se me vino a la cabeza fue solamente utilizarlas.
Nuestro idioma es muy prolífico, a veces con pocas palabras escritas o habladas nos entendemos, y a veces con muchas palabras confundimos o enaltecemos, o explicamos teorías que nos maravillan.
En cualquier caso el idioma español es tan rico como ricos son los espacios que contienen la comunicación.
Pensé en un bosque porque nuestro léxico es tan abundante que no organizado parece un caos, pero que reglamentado es un universo ordenado, casi perfecto.
En realidad, el bosque de las palabras contiene verdaderos conjuntos de sabiduría, que empleándolos debidamente, o indebidamente, forman nuestra gran vía de comunicación.
Y eso es lo que en realidad pretendía al titular así esta sección, comunicar, transmitirles a ustedes mis experiencias, mis emociones, mis sensaciones sobre cosas y hechos que suceden en este mundo que nos rodea.
Las palabras se apiñan como en los bosques las plantas y los árboles. Las palabras forman puentes de letras para entendernos. Las palabras nos inspiran, nos ilustran y sobre todo nos definen.
Termino esta sección de hoy que ha pretendido ser una justificación de esta sección, con un poema de Blas de Otero.
“En el principio”
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Nos queda la palabra.
Pues eso, que antes de nada, que antes de la batalla, que antes incluso del gozo, NO NOS FALTE LA PALABRA.