Excepto los más jóvenes, quién más y quién menos recordará la vieja y caótica estación de autobuses de Ricardo Soriano. Sucia, decadente, mal ubicada. Aquella era demasiado peatonal. En pleno meollo de la ciudad. Un sinsentido. Hace más de dos décadas, en las primeras fases del gilismo, fue inaugurada la nueva estación del Trapiche, y con ella, el origen de una… -por qué no decirlo- “cagada” monumental. A nadie se le ocurrió conectarla con pasos peatonales con el norte de la avenida Trapiche.
Entre los países avanzados, España es una potencia indiscutible en este tipo de “genialidades”. De pronto, surge un problema flagrante, un escollo que la ciudadanía se ve en la necesidad de afrontar día tras día y que tiene una solución aparentemente sencilla. Pero entonces entra en juego el conflicto competencial y, a menudo, hay alguna norma absurda que no hay forma de sortear.
El ejemplo de la estación de autobuses de Marbella es palmario. No se puede poner un paso de cebra a menos de cinco metros del acceso a una vía o de una rotonda. Y con semejante “chorrada”, Ayuntamiento y Gobierno central, responsable de las autovías, llevan más de dos décadas sin darle solución. La mayor parte del tiempo porque les ha importado un pepino y, a veces, las menos, porque cuando lo han intentado, los escollos legales han parecido insalvables.
Ahora, después de que miles de viandantes se hayan jugado la vida para transitar por la zona, sobre la mesa aparece un nuevo intento. Al final, resulta que se trataba de poner dinero y presentar un proyecto decente.
Según el concejal de Obras, Diego López, “se ha tenido que rediseñar y tenemos el ‘ok’ de Carreteras. Estamos a la espera del visto bueno definitivo para poder licitar. Se van a hacer circuitos peatonales y espacios ajardinados, con un presupuesto cercano a los 700.000 euros”. O sea, hacerlo todo nuevo.
Dice López que solo falta la autorización definitiva, que toda la documentación está en Contratación. ¿Cuánto puede tardar el Gobierno central en responder? Si alguien lo supiera, España sería un país tan distinto…
