Desde la cordura de mi locura
Si me paro a pensar hay infinidad de cosas que echo de menos de la “antigua normalidad”. Abrazar, besar, quedar con gente sin preocuparnos de si estamos cumpliendo o no la normativa…si me pongo a enumerarlas nos faltaría tiempo. Pero hay algo que echo muchísimo de menos y que hoy quería compartir, es viajar. Viajar con la libertad de poder escoger el cómo, el cuándo o el dónde.
Las experiencias vividas cuando viajamos son indescriptibles, estoy segura de que a todos nos pasa igual. Son momentos únicos que no se van a volver a repetir, porque aunque volvamos a ese lugar la experiencia será completamente distinta.
Esos instantes forman parte de nuestras vivencias, unas veces nos hacen crecer, otras veces nos hacen parar a pensar, y otras veces simplemente nos provoca una sonrisa el volver a recordarlas.
Es increíble como visitar lugares y culturas nuevas puede aportarnos infinidad de cosas que quizás antes no éramos tan conscientes de ellos. Yo al menos creo que lo era pero me he dado más cuenta ahora que tengo que vivir esos viajes, o que tengo que viajar a través de los recuerdos. Eso me ha hecho darme cuenta de lo enriquecedor que es y de lo afortunada que me siento.
Lo bueno de viajar es que lo disfrutas varias veces. Cuando lo estás organizando, me encanta, me encanta esa etapa. Cuando estás en el lugar y después cuando vuelves y compartes las historias, las anécdotas, las fotografías. Viajar es gratificante, siempre, aunque sea al pueblo de al lado, ese en el que nunca has estado. Porque cada rincón del mundo tiene algo que ofrecernos, algo que enseñarnos y es ahora más que nunca cuando tenemos que valorarlo. Aprovechar las maravillas que nos rodean, porque muchas veces están ahí a la vuelta de la esquina.
Cuando viajo me gusta conocer la cultura, a sus gentes, su gastronomía…Ay adoro viajar, adoro viajar, adoro ir a comer a los sitios más típicos, adentrarme en su cultura… es simplemente maravilloso. Me gusta compartir esos momentos con mis compañeros de viaje, siempre escogidos con mimo, porque a partir de ese momento formarán parte para siempre de ese destino.
En definitiva, viajar me da vida, me da libertad, me da energía, me hace aprender sobre el mundo y sobre mi misma. Lo echo mucho en falta sí, echo en falta montarme en un avión e ir pensando en el destino que me espera, en cómo será, cómo será su gente, que es lo que voy a ver, pero esa sensación volverá.
Mientras tanto, seguiré emocionándome con las pequeñas cosas que tengo a mi alrededor, esos rincones que nunca me había parado a mirar, quizás porque estaba demasiado concentrada en ir más allá. Cada sitio es único y especial solamente tenemos que aprender a valorarlos. Y viajar, que les voy a decir, desde luego la vida es ya un viaje en sí.