El bosque de las palabras

Inopinadamente tras las elecciones municipales de este año, el envanecido presidente Sánchez convocó elecciones generales.
No es frecuente encontrar entre la clase política a gente sabia. Más bien suelen ser mastuerzos que se acomodan en sus escaños bajo la disciplina del voto para cobrar, a veces de por vida, un salario que paga el pueblo.
Por eso, porque soy un ciudadano contribuyente, me permito esta reflexión ante la proximidad de las elecciones generales.
Con frecuencia se olvida por parte de la clase política que el poder se recibe del pueblo mediante el ejercicio del voto, y el pueblo como soberano que es en la democracia, será el que examinará las obras que nuestros elegidos hagan, y sondeará las intenciones de sus elegidos. Es decir sabrá decidir el grado de engaño al que hemos sido sometidos, o no.
Si el juicio del ciudadano ha sido erróneo, es decir, si el político electo ha inculcado la ley en el periodo de su legislatura, será juzgado por los votantes. El juicio consiste en considerar el perdón del infractor valorando en cada caso el poder que ostentaba el elegido. Si el poder es menor quizás sea perdonado con benevolencia, pero si el político ha tenido gran poder, este será juzgado con dureza.
Debe saberse, y bueno será recordarlo hoy ante las próximas elecciones, que el pueblo no retrocede ante nadie; ni ante los grandes, ni ante los pequeños, por eso todos los políticos elegidos serán investigados severamente.
El pueblo, los votantes, les exigirán sabiduría y honradez a sus políticos, y si estos le guardan respeto, respeto obtendrán de ellos. Si de ellos procuran consejo, consejo tendrán. Si a ellos piden instrucción, ellos, el pueblo, les instruirán.
Los políticos que busquen la sabiduría la encontrarán porque la sabiduría no se esconde. La sabiduría se manifiesta ante los ojos de los hombres.
El político prudente tenderá a la perfección, pues el sabio que se sabe sabio, con humildad y conciencia, camina hacia ella.
Quien busca la perfección ejerce un acto de amor sobre los demás porque si se ama se observan las leyes y quien las guarda es incorruptible, luego esta observancia le hace estar cerca del pueblo que lo votó.
Los políticos de este mundo, es decir de nuestro entorno, si fueran sabios detentarían el poder que les acercaría por siempre al pueblo. Y si mantienen y ejercitan la verdad, serían admirados por los votantes, pues no cabe en ese camino de sabiduría, la envidia, el rencor o el odio.
Finalmente se me ocurre animarles a elevar su nivel de exigencia sobre los políticos a la hora de acudir a las urnas pues debe saberse que un político prudente es la estabilidad del pueblo.
No olviden que la mayor fiesta de la democracia es la del día de elecciones, participemos en ella con criterio y responsabilidad.