El bosque de las palabras

Quiero recordar hoy que la monarquía democrática que los españoles nos dimos como forma de gobierno al finalizar la dictadura franquista, no es la primera experiencia política de este tipo de gobierno en España. A finales del siglo XIX con la llegada de Amadeo de Saboya como rey se probaba este nuevo modelo de gobierno. Y he de apuntalar la idea de que en aquel momento del siglo XIX como en el del siglo XX, ambas monarquías democráticas fueron impuestas, la de Amadeo por los partidos que derribaron a Isabel II en su mayor parte compuestos de aristócratas y nobles, y la de Juan Carlos, impuesta por el propio Franco. Es verdad que aquella duró un par de años y esta aún nos dura vamos ya por los 45 años, que dicho sea de paso junto al periodo dictatorial es el tiempo, más de 80 años, que nuestro país vive sin guerras entre hermanos.
El objeto de este artículo es abundar en un hecho casi desconocido pero importante que contribuyó a que Amadeo de Saboya dejara España, en dos años, compuesta y sin rey. Me refiero a las acciones de Las damas alfonsinas, que en contra de lo que podría pensarse no son las damas que se encamaron con los reyes Borbones de nombre Alfonso, sino de un movimiento de protesta en contra del rey italiano y a favor del príncipe Alfonso, hijo de Isabel II de España.
Los aristócratas madrileños que no estaban de acuerdo en buscar fuera de nuestras fronteras a un rey extranjero, intentaron marginar al rey Amadeo y a su esposa. En realidad esta maniobra social no fue la razón por la cual Amadeo de Saboya dejó el trono en 1873, pero ayudó a que el clima generado en torno a la nueva corona fuera de severa hostilidad.
Todo empezó cuando el marqués de Miraflores en las Cortes habló de que este nuevo rey era italiano e hijo de un rey excomulgado por el Papa, Víctor Manuel II de Saboya. Luego el marqués de Molins propició que el marqués de Alcañices organizara las acciones de boicot a la nueva corona.
La aristocracia desafió y provocó a la pareja real con el objetivo de rechazar la forma de proceder del nuevo rey.
Cuando la comitiva real paseaba por las calles de Madrid, los balcones de las casas señoriales permanecían vacíos y sus cristaleras cerradas incluidos los postigos y las damas que fueron llamadas alfonsinas por su simpatía con la depuesta Isabel de Borbón, acudían puntuales al paseo del Prado en sus carrozas luciendo mantillas blancas y peinetas, por aquellos entonces en desuso pero rescatadas como forma de reivindicar españolidad contra el intruso rey y provocar su reacción. Y para que la cosa tuviera mayor entendimiento solían prenderse el atuendo con alfileres en forma de flor de Lis, objeto típicamente representativo de la monarquía francesa.
A esta acción de las damas alfonsinas se le denominó por la prensa de la época, muy mordaz y cínica, LA REBELIÓN DE LAS MANTILLAS.
Sin embargo estas acciones y actitudes al rey no le hicieron mella porque para suplir ese vacío ocasionado por la aristocracia, dio prerrogativas de nobleza a familias que elevadas a alta alcurnia le rendirían pleitesía el par de años que duró su reinado. Claro que aquellos nuevos títulos concedidos ya se quedarían para siempre registrados en los anales de la nobleza española, como ejemplo de aquello tenemos El marquesado de Urquijo, título nobiliario español que Amadeo I concedió el 13 de mayo de 1871 al financiero y político alavés Estanislao de Urquijo y Landaluce.
Como he dicho anteriormente estas acciones no provocaron la renuncia al trono de Amadeo aunque contribuyeran a ello, ni los nuevos aristócratas que él se inventó lo salvaron de la quema.
Amadeo I abdicó del trono de España forzado por una política destructiva e irracional en una España decadente, convulsa e indefinida que buscaba desesperadamente su lugar en el nuevo mundo que se nos venía encima, a punto de perder América, y que creyó que una República, la primera, nos pondría en ese camino de modernidad y respeto que a pasos dobles estábamos perdiendo. Pero como tantas cosas que se hacen deprisa e irracionalmente, la primera República Española, también fracasó.
